Mientras el proletariado está
dirigiendo su lucha en la sociedad capitalista, mientras sigue siendo una
clase, oponiéndose siempre con la mayor fuerza al odiado orden burgués,
esto basta para levantar la solidaridad alrededor de una idea, la idea
de la revolución socialista. Pero en la realización de la
revolución proletaria, habiendo negado y destruido la sociedad burguesa
y su estado, el proletariado debe, por la necesidad de construir una nueva
sociedad, descubrir, mantener y crear nuevos eslabones funcionales, y agrandarlos
en toda la sociedad. Esta es la ley de la negación de la negación
implacable; con la burguesía aquellas funciones ya cumplieron su
objetivo, han sido retiradas y la sociedad pide su substitución
o renovación; no necesariamente todos los cambios son igualmente
convenientes. Sin esto, la sociedad desestabilizada no podría existir
ni desarrollarse, y no puede ser cualquier recambio, sino obligatoriamente
cambios equivalentes, ya que en caso contrario, todos los espacios se llenarán
espontáneamente con formas semejantes a las de aquellas que se rechazaron
en el pasado. Y si el proletariado no está preparado para renovar
y reestructurar todo el sistema de relaciones sociales, inevitablemente
surgirá una nueva burguesía, apropriándose de las
funciones y privilegios de la vieja burguesía.
En la época revolucionaria anterior,
se produjeron espontáneamente una serie de sucesos; el proletariado
no debe esperar a que esto vuelva a repetirse. En las crisis anteriores
de la historia, cada dueño de esclavo, cada feudal o burgués,
ató sus propios pequeños nudos en la red de las relaciones
sociales. Pero la revolución socialista se distingue cualitativamente
de las demás porque en la arena de la lucha entra un nuevo sujeto,
que es la clase que solo vence porque posee la fuerza organizada de todos
los sujetos individuales y es capaz de gobernar gracias a la fuerza de
su propia unidad.
Actuando espontáneamente, los
mismos obreros son incapaces de ir mas allá del sindicalismo respetuoso,
que es un nivel completamente burgués. Solo una forma cualitativamente
diferente de organización de la conciencia de clase, que unifique
los intereses individuales y los eleve al nivel de los intereses colectivos
de clase, permite al proletariado decidir sobre los problemas sociales
y le proporciona una ventaja firme en la lucha contra la burguesía
y contra la ideología burguesa; y todo ello tanto después
de la revolución proletaria como antes de ella. También,
las dificultades que se levantan para el proletariado llevan sus propias
características cualitativas.
Primero, el proletariado necesita
una teoría buena y fiable. Mientras el individuo que es una unidad
puede actuar con éxito gracias al conocimiento personal o al talento,
a la intuición o a la suerte, el proletariado solo puede conseguir
la unidad de objetivos y acuerdos internos en sus actividades a través
de la coordinación de todas las tareas concretas en el marco de
un sistema de visión integral del mundo.
Segundo, los errores y las confusiones
de los individuos, la inexactitud de sus estimaciones y la falta de fundamento
de sus decisiones no tienen influencia en el desarrollo del conjunto de
la sociedad: unos individuos caen, se apartan del cumplimiento de sus funciones
y se reemplazan por otros. Pero los espacios vacíos en la conciencia
de clase del proletariado, la insuficiencia de conocimientos, sus errores,
no significan otra cosa que su retirada ante la burguesía: la burguesía
vuelve rápidamente "a su auxilio", dondequiera que el proletariado
no asume sus responsabilidades como líder.
Tercero, una sociedad que se
basa en los intereses de los individuos, no hace ningún esfuerzo
por compensar las perdidas individuales que ocurren espontáneamente
a través de la acción de esos mismos intereses individuales.
En cambio las pérdidas y la retirada del proletariado se recuperan
solo por la vía revolucionaria, y esto exige la repetición
del trabajo revolucionario, la repetición de la batalla contra la
burguesía.
Por consiguiente, el proletariado necesita
de una teoría bien elaborada, del oportuno examen de los cambios
de situación y tomar las decisiones correctas con habilidad para
dirigir la investigación, enriqueciendo sus conocimientos con el
costo más pequeño posible de pérdidas. Esta es su
arma y siempre debe estar lista para el combate.
Al emprender la construcción
de una nueva sociedad dos problemas deben ser resueltos por el proletariado:
Mejorar el bienestar de la sociedad,
y desarrollar su conciencia.
El éxito en el segundo problema
depende, casi completamente, de la resolución del primero. En cuanto
a la primera cuestión, es esencial para el proletariado obtener
un éxito decisivo: simplemente, no solo debe superar el nivel de
los principales países capitalistas, sino aventajarlos absolutamente,
sobrepasando el limite que es inalcanzable para ellos.
La sociedad proletaria puede superar
esos obstáculos que paran repentinamente al capitalismo cuando alcanza
su nivel mas alto de desarrollo. Pero esto no sucederá espontáneamente.
Estos son los intereses del proletariado victorioso, pero el camino para
su logro sigue sin ser descubierto. Y aquí el proletariado no puede
pasarse sin la experiencia de las generaciones anteriores, aquí
debe aprender de la burguesía.
La primera conclusión general
que emana de toda la experiencia del pasado es que, inevitablemente, esa
sociedad se mueve en dirección a los esfuerzos espontáneos
de sus miembros. Pero esta, todavía, no es toda la conclusión,
solo la mitad de ella. La parte vital que falta son las condiciones de
existencia de esa sociedad. No fue en vano que esa burguesía batalló
por el reconocimiento general de la propiedad privada de los medios de
producción; esta era la condición para el desarrollo del
capitalismo y el cauce por el que fueron encaminadas estas fuerzas caóticas.
Bajo las condiciones del socialismo, los medios de producción aparecen
como propiedad de la sociedad. Pero es necesario esclarecer esto: La sociedad
que controla los medios de producción puede ser solo una parte de
la sociedad; y entonces su propiedad se vuelve propiedad privada.
El mismo capitalismo no elude la forma social de propiedad, creando, por
ejemplo, las sociedades accionistas. El carácter del socialismo
depende completamente de las relaciones de las sociedades que dominan los
medios de producción en relación con el conjunto de la sociedad.
La meta del proletariado es el socialismo proletario, y solo hay
una forma aceptable: la propiedad de clase de todo el proletariado.
En concreto, esto significa que, habiendo ganado los medios de producción
en la lucha revolucionaria, el proletariado ni debe compartir con nadie
los derechos de ser propietario ni debe ceder a nadie sus privilegios.
¿Cómo guardar estos derechos
y como manejarlos? El proletariado debe aprender esto directamente de la
burguesía.
La búsqueda de la ganancia máxima,
dictada a los capitalistas en las condiciones de la lucha competitiva,
los empuja a dirigir la investigación ininterrumpida para elevar
la productividad del trabajo. Las consecuencias de esto son un aumento
en el rendimiento de la producción y de los superbeneficos del capitalista.
El contenido social de este proceso se pone de manifiesto en el momento
en que al confrontarse el monopolio con la competición y la lucha
por el mercado provoca la caída del precio total de la producción.
El proletariado, y de hecho toda la
sociedad, necesitan la mas alta productividad del trabajo. Así debe
hacerse bajo condiciones diferentes.
Aboliendo el capitalismo, el proletariado
acaba con la competición capitalista.
La extracción de la ganancia
máxima no puede ser el objetivo del proletariado; sea cual fuere
la suma de las ganancias, solo puede devolverse al proletariado del cual
procedía.
Los superbeneficios no tienen ningún
sentido para el proletariado.
La efectividad máxima de
la producción es el interés fundamental del proletariado.
En primer lugar, el bienestar del proletariado depende directamente de
esto, pero el proletariado no obtiene ningún beneficio que no haya
producido él mismo. En segundo lugar, el aumento de la efectividad
de la producción conduce a una reducción de los gastos del
trabajo, del tiempo requerido en la producción esencial para la
sociedad. Estos ahorros se dedican entonces al desarrollo cultural y creativo
del proletariado, para el crecimiento de su conciencia.
Así, persiguiendo la efectividad
máxima de la producción, el proletariado esta interesado
en la subida continua de la productividad del trabajo, conduciendo a un
aumento de la expresión "in natura", es decir, la producción
real obtenida. El único interés del proletariado en los superbeneficios
esta en la orientación mas firme de todos los monopolios y en la
mas extensa diseminación de los métodos de producción
avanzados. Pero aquí el proletariado realmente se distingue del
capitalista, solo por la cantidad: el capitalista esta interesado en la
diseminación mas completa y mas rápida de nuevos métodos
de producción sólo dentro de la rama de producción
que le pertenece; lo que también le ocurre al proletariado, solo
que como clase dueña de la producción.
Los intereses del proletariado en su
conjunto, coinciden con los intereses del capitalista individual en la
sociedad capitalista. En su contenido estos intereses se presentan como
más elevados y más humanistas en comparación con el
desarrollo de los intereses burgueses.
Las ganancias máximas ideales
son el objetivo de la eficiencia máxima concreta de la producción,
que esta directa v y no indirectamente v relacionada con el incremento
de la producción, con el aumento máximo de los bienes explícitos
"in natura". Esto ocurre porque la base de los intereses fundamentales
del proletariado, como dueño, no reside en la demanda inhumana para
la afirmación de la propiedad privada en la lucha competitiva, sino
en la demanda humana del proletariado como clase consumidora. El trabajo
y la producción retornan a su destino original, sirviendo como fuente
de satisfacción de la necesidad humana inmediata, no distorsionada
por la opresión de la injusticia social, ni por la necesidad de
la lucha para sobrevivir a toda costa dentro de la sociedad.
La existencia de una analogía
total definida entre los intereses del proletariado y los del capitalista
individual permite presentar una similitud en la realización de
estos intereses. El capitalista afianza sus intereses estimulando las actividades
de los obreros, de los organizadores de la producción, de los tecnólogos,
inventores y expertos en las áreas de importancia para él.
El no utiliza un sistema de estímulos consolidados de una vez por
todas. Al contrario, utiliza el esfuerzo natural de la persona para satisfacer
totalmente las demandas, cambia el sistema de estímulos, teniendo
por objetivo, en la dirección fundamental, la obtención de
las ganancias máximas.
El capitalista no distribuye el mismo
todos los bienes. Pero, confiando a unos la distribución de los
bienes de los demás, el capitalista decide personalmente la cantidad
de recompensa para los primeros. En este papel selecciona a las personas
que son mas entusiastas y capaces de defender sus intereses; y la parte
de bienes que les da depende directamente del cumplimiento de sus peticiones.
El capitalista no reconoce ningún otro criterio que sus propios
intereses, cuya ultima expresión es la ganancia máxima.
Las decisiones fundamentales de dirección,
tales como la orientación para el rendimiento de los productos de
un tipo particular y la elección de la dirección del desarrollo
y de la inversión de capital, las toma el capitalista directamente.
Estas decisiones se funden en una sola idea, su política económica
subjetiva personal. Ningún factor objetivo puede actuar sobre
estas políticas de otra manera que a través de la conciencia
del capitalista, y a través del reflejo en su conciencia, esos factores
devuelven las circunstancias en que las decisiones fueron tomadas.
Enfrentado con alternativas donde es
difícil la evaluación de las variaciones para aumentar la
eficacia fundamental, el capitalista elabora sus propias opciones subjetivas.
Esta subjetividad no es arbitraria, esta en los hábitos de la política
económica general. Animando los éxitos y castigando los errores
de cada uno de sus obreros, el capitalista sigue la misma línea
de conducta política: que cada uno, de acuerdo con su capacidad,
pueda resolver él mismo subjetivamente los problemas.
De entre todas estas cosas, ¿cuáles
debe estudiar el proletariado?
¡Todas ellas!
Mientras define la dirección
de la producción, según sus exigencias subjetivas de clase,
subordinándola a su propio criterio - la efectividad máxima
en todos los aspectos -, el proletariado debe apoderarse de los métodos
racionales ya descubiertos por los capitalistas.
Y aquí y allá se levantan
dificultades importantes, cuya resolución no puede ser sugerida
por ninguna experiencia capitalista.
Los intereses del capitalismo están
representados por el propio capitalista. En general, un capitalista como
persona, se define solamente por la dirección única de su
política económica.
En cambio los intereses del proletariado
son los intereses de la clase. El sujeto se expresa por el conjunto de
la clase. Los intereses de algunos representantes individuales o grupos
se diferencian de los intereses de la clase; puesto que todo el proletariado
solamente satisface sus demandas directamente, dependiendo de la efectividad
de la producción; el conjunto de la clase productora no puede proporcionarse
algo que no produce.
Llevar a cabo una política económica
integral que corresponda a los intereses de la clase, no es accesible para
el proletariado que lo realiza como una masa de obreros. Solo es realizable
por la clase organizada, por el proletariado, superando sus tendencias
individualistas, volviéndose conscientes de sus objetivos colectivos.
Y esto todavía no es una solución, ni la forma para la realización
del derecho de propiedad del proletariado.
Los intereses de clase del proletariado
encuentran una forma concreta, representada en la conciencia del individuo
en forma de ideas claras, de consignas, de ideas accesibles a las masas
y capaces de llevarlas a la actividad organizada. Y aunque la difusión
y asimilación de ideas requiere tiempo y esfuerzo, el proletariado
de todos modos puede encontrar sus propios lideres.
Expresando los intereses del proletariado
en la forma más precisa y concentrada de ideas, el líder
los incluye y materializa en las acciones de masas del proletariado.
El hecho de que, en efecto, en la organización de las acciones de
masas tome parte una estructura compleja de dirección que incluye
unas individualidades destacadas, no cambia nada: el mismo sistema se mantiene
y se disciplina según las necesidades de las masas, según
esas ideas concretas y su reflejo en las masas así como su disposición
a seguir las ideas del líder. Este sistema no solo difunde y apoya
las ideas, sino que es capaz, de forma muy activa, de negar y rechazar
las ideas que están en contradicción con las tendencias de
las masas de liberarse de los lideres que están bajo la influencia
de ideas sin fundamento. En la acción de este sistema se forma la
conciencia de clase del proletariado como protagonista; la participación
en el movimiento de masas trae, a cada individuo, la conciencia del cambio
revolucionario y forma la base para el desarrollo mas extenso de la conciencia
de clase.
Ante el estado socialista proletario,
al principio, surgen otras tareas. Heredando del capitalismo el grandioso
sistema de propiedad, heredando una sociedad en la que no solo permanecen
los elementos no proletarios, sino que también dentro del mismo
proletariado existen huellas de la mentalidad individualista del pasado
y unas inclinaciones burguesas, sobre el joven estado socialista recae
el peso de regularizar todas estas relaciones sociales. El estado socialista
está obligado a unir dentro de él las características
definidas del estado burgués y el sistema capitalista de dirección.
Si el movimiento de masas se apoya en las mejores y más avanzadas
cualidades revolucionarias del proletariado, es necesario que el estado
se oriente inevitablemente hacia las peores y más atrasadas características
del proletariado y de toda la sociedad que todavía no se eliminaron,
y debe crear un sistema de regularización. En su ser interno,
en sus relaciones con sus ciudadanos, el estado permanece siempre
burgués, mientras no vaya mas allá de los principios de justicia
burguesa. Pero esto no se aplica a sus relaciones exteriores, a sus relaciones
con las personas que no son nacionales; aquí el estado proletario
solo actúa autorizado totalmente por el proletariado, y solo como
representante de sus intereses de clase.
Estas son las bases sociales de la
sociedad que el proletariado debe conocer antes de usar la ciencia capitalista
de dirección.
El dueño con plenos poderes
sobre todos los medios conquistados de producción es el proletariado
como un todo único.
Los intereses del proletariado se personifican
en sus lideres. Es decir, recae en los lideres concretar los objetivos
y construir las políticas en su forma concreta y coherente. De la
misma manera, la palabra decisiva en estas cuestiones corresponde a la
clase, pues solo a través del apoyo de las masas pueden los lideres
probar sus ideas políticas.
Los intereses del proletariado son
cumplidos por el estado socialista. El estado actúa
como un sistema contratado por los obreros, formado de la misma manera
como lo habría hecho un capitalista, para la realización
de la voluntad del dueño y encontrándose bajo su mando subjetivo,
dependiendo de la voluntad de su dueño, el proletariado en general,
en todos los aspectos.
El estado socialista como órgano
de dirección ya no tiene relación con el proletariado como
clase. Administra la sociedad como una suma de individuos diferentes: obreros,
campesinos e intelectuales. Cuida de ambos, de los individuos y de los
estratos sociales, protege o impide sus actividades sólo en la medida
en que esto corresponde a los intereses del proletariado; y en esto también
el estado debe ser continuamente controlado.
El estado, el aparato estatal debe
componerse de personal idóneo, y aquí la utilización
de la ciencia capitalista nos da la medida más exacta. Los puestos
mas altos necesitan a personas fieles cuya devoción a los intereses
del proletariado esté fuera de toda duda, habiéndolas sometido
a una comprobación severa. El proletariado exige de ellas una comprensión
profunda de sus intereses en la fase actual y la habilidad de realizar
estos intereses en las actividades concretas, con los cuadros bien escogidos
y con la política actual. Pero el dominio y la evaluación
de todo el proletario debe acompañarlos en cada actividad.
Una esfera de actividad particularmente
importante para el estado socialista es la economía. Reemplazando
el esfuerzo capitalista de la ganancia máxima por la exigencia socialista
de la efectividad máxima de la producción, el estado socialista
debe subordinar todo el sistema de dirección a esta necesidad.
En primer lugar, esto se aplica al
aparato de dirección. El aparato de los organizadores de la producción
debe ser premiado de forma directamente proporcional a la organización
de la productividad del trabajo y debe ser altamente premiada.
¿Por qué esto es así?
¿Por qué no puede (o no debe) el proletariado victorioso
dictar a la intelectualidad técnica sus propias y diferentes condiciones?
¿Por qué la clase hegemónica no puede explotar las
capacidades creativas de los especialistas de la misma manera implacable
que el capitalista explota a los obreros?
Porque esto no es ventajoso para el
proletariado, porque contradice sus intereses.
El despliegue de talento y la habilidad
creativa poseen un carácter individual. La lucha por el reconocimiento
social y su auto-reconocimiento sirve de estimulo para el despliegue individual
de los talentos. Mientras las relaciones de mercancia-dinero continúen
existiendo en la sociedad, en general ese reconocimiento en la distribución
de bienes seguirá siendo uno de los elementos de reconocimiento.
Pero es precisamente de las actividades
creativas que depende la perfección de la producción, el
crecimiento de su efectividad: tanto si proviene de las actividades de
los organizadores de la producción como de la iniciativa creativa
de los propios trabajadores. El crecimiento en la producción de
bienes sin un costo adicional en trabajo, es también un objetivo
económico del proletariado; es bastante útil consagrar una
parte de ese crecimiento al movimiento que marcha en esa dirección.
Y si nosotros miramos hacia atrás
y aprendemos del capitalista, podemos ver que no pierde nada con el especialista
bien pagado sino que más bien aumenta sus ganancias. Además
de ello, el capitalista anima a una lucha competitiva entre ellos por el
reconocimiento de su trabajo, llevándoles al descubrimiento pleno
de sus habilidades, permitiéndole esto seleccionar los mejores de
entre ellos. Si el proletariado se niega a adoptar semejante método,
puede dañarse a si mismo.
La evaluación individual de
cada especialista debe verse en función de la utilidad de sus actividades
al proletariado y esta debe ser una valoración hecha a fin de cuentas,
desde las alturas de los intereses de clase. Debe decirse que si el proletariado
no les ofrece a sus especialistas la oportunidad de obtener una porción
mas alta en sus beneficios que al servicio de cualquier capitalista, entonces
el proletariado es un mal dueño. El trabajo en la sociedad socialista
debe atraer en beneficio de la misma a los especialistas más prominentes
del mundo capitalista. El proletariado solo se hará más rico
a través de la explotación de las habilidades de esos especialistas,
que si son ventajosas para el capitalista lo son mucho mas para la economía
socialista que no esta limitada por los monopolios competitivos.
¿Pero de que forma la clase
dominante debe relacionarse con sus miembros, los obreros? ¿Es que,
en general, puede haber alguna respuesta para esta pregunta, si la clase
en su conjunto esta compuesta por los mismos obreros?
Esta pregunta existe y realmente esta
bien fundamentada. El proletariado, organizado como una clase, no es lo
mismo que la suma de los obreros que la componen. La diferencia ya se ha
manifestado a través de la existencia de su propia organización.
Esta organización se basa en una comunidad de intereses; pero esta
no es una comunidad de todos los intereses: también existen los
intereses individuales y algunos de ellos continúan estando en contradicción
con los intereses de toda la clase.
La clase esta interesada en el aumento
de bienes para todos, el obrero individual también lo está
para si mismo. Pero este obrero puede obtenerlos junto con su clase o,
a la manera burguesa, esforzándose por apropiarse del trabajo de
sus camaradas de clase. Hasta el momento en que esta contradicción
continúe alojada en la conciencia del obrero, seguirá manteniéndose
una contradicción clara entre el proletariado y cada proletario,
entre la clase y los intereses individuales.
Y esto significa que, hasta ese momento,
la clase organizada debe defender sus intereses contra la inclinación
espontánea hacia la pequeña propiedad, a los intereses burgueses.
Esta lucha se plantea en dos frentes. Por un lado, la lucha de manera general
es para un cambio revolucionario tal que en la conciencia de todos marchiten
y desaparezcan los intereses individualistas burgueses. Por otra parte,
mientras estos intereses continúen existiendo, el proletariado está
obligado a hacer un buen uso de ellos, en beneficio de la sociedad.
La tarea económica principal
del proletariado es el crecimiento continuo en los bienes producidos por
el trabajo efectuado. Y la ejecución de esta tarea no esta determinada
solo por el trabajo de los obreros, sino también en la medida en
que este trabajo se utiliza eficazmente en el desarrollo de todo el sistema
de producción y siempre que aquellos a quienes el proletariado ha
contratado para organizar la producción, cumplan con sus obligaciones.
Por consiguiente, si cumplir con un cierto trabajo en la producción
social es un deber del obrero sin la realización del cual no se
puede obtener ningún bien, entonces el deber de los obreros es centrar
su interés fundamental en el aumento de los bienes utilizando la
dedicación creativa de todos los organizadores de la producción
a todos los niveles, controlando su actividad, ayudando o protegiendo la
actividad de los mas capaces; es decir mantener siempre sus posiciones
de clase. Sin embargo, al llevar a cabo esta tarea, el proletariado se
enfrenta a la necesidad de aplicarse estas exigencias a si mismo; porque
el trabajo, a una escala aun mayor, no reconoce todavía universalmente
este deber, porque los intereses individualistas impiden este reconocimiento.
Aunque estos mismos intereses gobiernan
en la sociedad capitalista, la tarea a la que se enfrenta el proletariado
consiste en organizarlos y dirigirlos por los cauces exigidos; es decir,
que el proletariado como dueño, use de estos intereses, estimulando
la actividad de los obreros en el beneficio del dueño: la clase
obrera en su conjunto. También de esta manera, en las relaciones
con los obreros, la política viene dictada por una sola consideración,
los intereses del proletariado como clase, como un todo integro.
La ley fundamental que define la existencia
del estado socialista proletario, por la cual el proletariado victorioso
debe guiarse, y a la cual el sistema estatal debe servir, puede formularse
así:
"La distribución del trabajo
y de los artículos producidos es el interés de la sociedad
en su conjunto y estimula el crecimiento del bienestar social y de la conciencia
social"
El crecimiento del bienestar social
sirve como base material para el desarrollo de la conciencia: la efectividad
creciente de la producción conduce a la reducción del trabajo
necesario utilizado, a favor de la liberación de tiempo para el
desarrollo cultural. Pero las cuestiones de principio para el desarrollo
de la conciencia comunista siguen, a pesar de ello, sin ser resueltas.
Las oportunidades para el estado socialista
en el empeño de desarrollar la conciencia son sumamente limitadas.
En principio, la tarea del estado no es cambiar él mismo la conciencia
de las masas, sino consolidar los cambios progresivos que ya han brotado
en su conciencia, reflejándolos en la forma del estado y en los
cambios correspondientes en todos los sistemas de dirección de la
sociedad.
Sin embargo, en las relaciones con
los estratos no proletarios de la sociedad, el estado sirve como el ejecutor
de la voluntad de clase del proletariado, jugando un papel muy activo.
La misma existencia de tales estratos se permite solo en la medida que
corresponde a los intereses del proletariado. Los intereses y peticiones
de los estratos no proletarios se toman en consideración solo en
la medida en que corresponden a la utilización mas eficaz de estos
estratos de la sociedad para beneficio del proletariado. El proletariado
autoriza a los estratos no proletarios de la sociedad a usar ciertas posibilidades
democráticas particulares para expresar su propia opinión
personal, para exponer cualquier necesidad, todo con un sencillo objetivo:
utilizar estos intereses, estimularlos, obligando a estos sectores de la
sociedad a una plena dedicación, tanto en el trabajo como en el
talento, en beneficio del proletariado. Con relación al desarrollo,
los cambios en los intereses del proletariado darán lugar inevitablemente
a cambios en las relaciones con las otras clases y grupos sociales, respecto
a sus necesidades de existencia. Según el caso, el carácter
de las libertades políticas permitido por el estado a tales estratos,
cambiara. Por consiguiente, no puede haber ninguna cuestión de garantías
políticas para estos estratos, con la excepción de acuerdos
temporales a los que el proletariado accede, teniendo en cuenta la forma
concreta de sus intereses, propios de la actual etapa de la historia.
Como corresponde, para acompañar
esta política dictatorial en las relaciones con los estratos no
proletarios, el estado proletario determina la cuestión más
importante para la reestructuración de su conciencia, demostrando
con todos los medios a su disposición, que su única garantía
real es adoptar irrevocablemente posiciones proletarias de clase. Las interelaciones
del estado con la clase dominante tienen una base completamente diferente.
Aun permaneciendo, respecto al proletariado, una de las instituciones sociales
más atrasadas, el estado no puede ser tan conservador que no pueda
cambiar siguiendo el desarrollo de los intereses del proletariado.
En la esfera política esto significa
el ensanchamiento continuo de la democracia para el proletariado.
El control estatal, la regulación estatal de los diversos aspectos
de la vida social, desde el mismo comienzo, actúa en defensa de
los intereses de clase contra los intereses individuales. En la medida
en que los intereses personales de los obreros están de acuerdo
con los de la clase, el control estatal de estos intereses se vuelve innecesario,
la reglamentación de estos intereses se substituye por una consciente
y voluntaria actividad social de los obreros, y de este modo el control
se desvanece, retrocediendo y marchitándose.
En la esfera económica, aparte
del crecimiento continuo en la efectividad de la producción y del
bienestar vinculado a él, los cambios en los sistemas para la distribución
de bienes tienen una importancia vital. El desplazamiento de la distribución
"según el trabajo" a la distribución "según la necesidad"
se produce por medio de la ampliación del fondo para el consumo
social, por medio de la distribución de categorías completamente
nuevas de bienes.
Ninguna institución estatal
puede ir mas allá del nivel de conciencia de las masas. Porque en
esencia, las masas marcan el nivel alcanzado de conciencia al que las instituciones
responden con retraso. Pero la dinámica de la reestructuración
se ilustra gráficamente cuando después de los cambios bien
claros en la conciencia individual, le siguen cambios en todo el sistema
de administración que estimulan la obtención de nuevos impulsos
y la conciencia de nuevas tareas.
Los obreros no tienen nada que aprender
de los capitalistas con relación a la fuente primaria, a la primera
causa de los cambios en la conciencia de las masas proletarias. Todos los
cambios, tales como la disciplina consciente, el acercamiento de clase
a los fenómenos sociales, la misma limitación en el consumo
de bienes, la conciencia de los intereses sociales como propios, todo esto
se eleva en proporción al desarrollo de la organización del
proletariado, en proporción a la conciencia de cada obrero de su
pertenencia a la clase. Y todo esto se produce en el curso de la lucha
de clase del proletariado; surgen en forma de ideas, se manifiestan en
las victorias de clase del proletariado y son confirmados en los cambios
revolucionarios de la conciencia de cada obrero.
Y aquí, para el proletariado,
hay solo una ciencia que es la de su propia experiencia histórica.