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PROLETARISM
Long Live Revolution!
All Power to Strike Committees!

The party of the proletariat should not be the ruling party! The Party of Proletarian Dictatorship. Stachkom
PRESENTACI?N COMUNISTES de CATALUNYA
INTRODUCCI?N (1999)
INTRODUCCION PARA LOS LECTORES OCCIDENTALES Y DEL MUNDO
MIRABA LA VIDA CON LOS OJOS DE UN PROLETARIO - A.B. Razlatski
EL SEGUNDO MANIFIESTO COMUNISTA (A.B. Razlatski)
PR?LOGO (1979)
Parte I Burgueses y proletarios.
Parte II El proletariado como due?o
Parte III La crisis del movimiento obrero
Parte IV Dictadura Proletaria - Democracia Proletaria
Parte V Las clases y la lucha de clases en el socialismo
II MANIFIESTO COMUNISTA DE A

EL SEGUNDO MANIFIESTO COMUNISTA

(A.B. Razlatski)

Alexei Borisovitch Razlastki

Parte I


Burgueses y proletarios.

La batalla del proletariado contra la supremacía de la burguesía ha sido objeto de atención por parte de las mentes más brillantes de la humanidad. Su trabajo no fue en vano. Esto acercó más la victoria de la revolución proletaria.

Burgueses y proletarios... El tiempo que ha pasado desde la Gran Revolución de Octubre, permite yexige el análisis de las relaciones entre las dos clases sociales más importantes, las dos ideologías opuestas desde la perspectiva del proletariado victorioso.

Surgen dos problemas con esta cuestión.

En primer lugar, en la sociedad capitalista, la burguesía, a pesar del hecho de que roba del proletariado, cumple unas funciones sociales definidas. Para ajustar cuentas a la burguesía, el proletariado debe cargar sobre sí mismo con todo el peso de estas funciones: ordenar de nuevo completamente este legado, desechar todo lo que asegura la existencia únicamente de la burguesía y sus actividades especificas, diferenciando las funciones que son inevitables incluso en una sociedad donde no exista la propiedad privada y poniendo orden en su cumplimiento. Todo esto no es tarea fácil.

En segundo lugar el proletariado no surge de la revolución proletaria, limpio, renovado y preparado para el comunismo. Arrastra consigo toda la mentalidad y su visión del mundo recibidos en una sociedad capitalista y burguesa; está completamente impregnado de preocupaciones por su bienestar material personal; todavía piensa conforme a las categorías de mercado, productos y fuerza de trabajo, e incluso cree que no puede ser de otra manera. ¿Cómo puede encontrar fuerzas para superar esto, y cómo puede ser ayudado?

Durante un tiempo, la sociedad capitalista resolvió casi espontáneamente sus problemas. Pero el capitalismo no es eterno y no puede solucionar los problemas que origina y que cada vez son más agudos. El desarrollo de la crisis general del capitalismo (que crece cada día sin parar) empuja a la burguesía a volverse cada vez más organizada, lo cual entra en directa contradicción con su esencia individualista. Las contradicciones internas de la burguesía organizada aparecen, cada vez más claramente, en el rápido incremento de la corrupción y de todo tipo de crímenes, incluso en los ambientes más burgueses. Sin embargo, solo lo que es necesario para la preservación de las relaciones de producción capitalistas, es decir la base de la sociedad capitalista, es lo que preocupa al capitalismo por ahora.

Los intereses naturales de la burguesía juegan un papel decisivo en la organización de la sociedad capitalista. Los burgueses subordinan y coordinan los intereses de todos los estratos de la sociedad, incluidos los intereses individualistas de los obreros. Solamente los intereses del proletariado revolucionario organizado son capaces de oponerse a sus designios. Por otra parte la burguesía se muestra intrépida asumiendo ella misma todo el peso de organizar la producción y la sociedad; se adjudica atrevidamente poderes dictatoriales plenos y así ejerce su dictadura.

Motivada por el afán de acumulación de capital, que es la ley del máximo beneficio, la burguesía, para lograr sus objetivos, necesita dirigir las relaciones sociales por la senda adecuada para ello, es decir, el camino hacia el establecimiento de una serie de funciones concretas que reajusten las relaciones sociales. Así la sociedad puede ser aglutinada en torno a un sistema concreto de relaciones, pero se obtiene al precio de un esfuerzo considerable.

Las funciones básicas más importantes son:

  • la organización de la producción;
  • el desarrollo de la producción;
  • la distribución de bienes;
  • la normativa de relaciones entre los miembros de la sociedad;
  • la regulación del desarrollo de organizaciones sociales y sus relaciones con la sociedad.
  • La burguesía también se ocupa de otros asuntos: demostrar su competitividad, luchar en la esfera política, etc. Estos son los quehaceres propios de la burguesía; aunque también lo son las funciones enumeradas anteriormente y cuya resolución es inevitable incluso en una sociedad socialista.

    La capacidad productiva capitalista ha resistido históricamente porque el éxito de la burguesía en satisfacer los intereses de prácticamente todas las capas de la sociedad está condicionado por la satisfacción de sus propios intereses. Nosotros no deberíamos atribuir ningún gran mérito intelectual a la burguesía en esta operación. Ellos no crearon conscientemente esta situación en la sociedad, sino que surgió espontáneamente determinada por una ley objetiva que englobalas diferentes estrategias individuales de la burguesía. La cuestión es que esta fase final del desarrollo espontáneo de la sociedad humana, en la cual los intereses colectivos surgen como reemplazo de los intereses individuales y no como la suma de ellos, no puede organizarse de ninguna otra manera que no sea basándose a la teoría materialista revolucionaria, en base a la realización social de tareas sociales.

    Es relativamente más fácil de clarificar cómo una sociedad sin clases manejará estos problemas, superando activamente todas las tendencias individualistas, con espíritu de unidad, dando vida a su voluntad colectiva. Aun saliendo victorioso de la batalla contra la burguesía, el proletariado está lejos de ser capaz de desprenderse completamente de las características heredadas de la sociedad capitalista. Ante él todavía hay un prolongado trabajo de autoeducación y de liberación de su propia conciencia en el camino históricamente entretejido de individualismo burgués.

    Este período en la vida del proletariado es sumamente complicado y peligroso. Las tendencias individualistas, profundamente arraigadas en el proletariado, incluso en el ambiente más proletario, continúan irrumpiendo en la actividad y en la lucha para la adquisición de privilegios (privados) burgueses; y la instauración de formas camufladas de propiedad privada en esta peculiar situación social, originan parcelas personales etc. Si existe espacio para ellas en el tejido social, tales tendencias crearán y formarán inevitablemente una nueva burguesía.

    El peligro se intensifica más porque el estado proletario está obligado a atraer el lado individualista de la conciencia de los miembros de la sociedad. El capitalismo elabora las habilidades y los métodos de trabajo pero no inculca el deseo de trabajar. Por consiguiente para involucrar a los miembros de la sociedad en el proceso de producción, el estado proletario tiene que utilizar los estímulos burgueses; esto significa satisfacer los intereses individuales y lo que es más, conservarlos, incluso estimular su desarrollo.

    Poniendo en marcha su dictadura, el proletariado no puede evitar la utilización de una serie de funciones con fundamentos burgueses; la sociedad en su conjunto no está preparada para realizarse de otra manera. Pero al mismo tiempo, mantener el control proletario de clase es completamente esencial; o, de lo contrario, si ese control se vuelve la prerrogativa de cualquier individuo o grupo, no controlado en su acción por el conjunto de la clase, la aplicación de la dictadura será el asunto de este grupo, y adquirirá un carácter privado, es decir burgués, que significará la pérdida de la dictadura proletaria.

    El proletariado no debe hacerse ilusiones sobre la consolidación jurídica y constitucional de su derecho a ejercer el mando de las funciones sociales más importantes. El derecho genuino, en sus raíces, siempre obedece, no a lo jurídico, sino a una ley objetiva que actúa en la sociedad. No es por casualidad que en los países democrático- burgueses, los gobiernos, elegidos en una sociedad dónde la mayoría absoluta está compuesta de obreros, inevitablemente constituyen la dictadura de la burguesía.

    El proletariado no puede confiar en la fidelidad y la honestidad de sus mejores representantes cuando estos ocupan posiciones claves: allí donde la clase está enfrentándosea las diferentes circunstancias que van surgiendo, las actividades de cada uno de los representantes pueden estar fuera de control. Y allí donde el control sobre la actividad de los representantes se refuerza a través de su revocación, por voluntad de la clase, tales revocaciones deben ser garantizadas no sólo por ley, sino también por el funcionamiento de los procesos sociales naturales, ya que de lo contrario, se volverá una ficción.

    El proletariado para comprender su objetivo histórico, que es el desarrollo de una sociedad comunista sin clases, no sólo necesita la toma del poder sino también el mantener su propia dictadura durante todo el proceso de desarrollo. Y para esto es completamente esencial que el proletariado comprenda: en primer lugar, que los puntos claves del sistema social deben estar bajo su dominio de clase; en segundo lugar, que el método para ejercerlo, son esas leyes objetivas del desarrollo social que garantizan la realización de ese control; y en tercer lugar, el proletariado también debe dominar esas leyes sociales, cuyo uso le permitiría, tomando consciencia de su propia fuerza, restablecer su control aunque estuviera debilitado o lo hubiera perdido. El poder del proletariado organizado aparece así como una garantía fiable para todas sus tareas; pero sólo si no pierde el sentido claro de su finalidad, es decir el objetivo del comunismo.

    El proletariado debe ser capaz de llevar a cabo su dictadura. Esta no surge espontáneamente, al contrario, cualquier espontaneidad lleva a la degradación, a la descomposición burguesa. Sólo la más alta organización del esfuerzo espontáneo del proletariado hacia la resolución colectiva de los problemas sociales, junto con el conocimiento y el desarrollo continuo de la teoría revolucionaria, pueden dar al proletariado el derecho a dirigir la sociedad.

    El proletariado debe empezar su dominación con el estudio de la experiencia de su enemigo de clase, la burguesía, viendo las posibilidades sociales para la realización consecuente de su dictadura.

    La burguesía empezó con la organización de la producción. Solamente cogiendo para si misma la combinación del trabajo con los medios de producción, la burguesía obtuvo la posibilidad de apropiarse de la producción excedente. La división del trabajo, el desarrollo de nuevas tecnologías y la mayor especialización, todo ello garantizó su victoria sobre el modo anterior de producción.

    Así, en la primera etapa, todo fue decidido por la organización del poder del capital. La acumulación capitalista, encarna el objetivo del capitalista, le obliga simultáneamente a buscar los medios para incrementar la productividad del trabajo, ayudando a resolver el problema de la acumulación de capital.

    En la segunda etapa, la competenciaentre los mismos capitalistas resulta determinante: es la batalla por hacerse con el mercado. En esta lucha solo pueden resultar victoriososaquéllos que consiguen la productividad más alta, los que tienen la producción más perfeccionada y los que ofrecen la mercancía al precio más bajo. En esta fase la ley del máximo beneficio se manifiesta como la ley económica fundamental del capitalismo. El máximo beneficio, es el elemento fundamental para la oportuna reestructuración de la producción y en su momento y en cada una de las reestructuraciones, recoge los superbeneficios que provienen del monopolio temporal de una tecnología cada vez más perfeccionada.

    Después de lo cual, la tercera etapa se alcanza cuando más adelante la perfección tecnológica requiere de una investigación prolongada, y de una inversión mayor, y se vincula a una reestructuración cada vez más larga. El riesgo para el capitalista individual aumenta inmensamente; al empezar semejante reestructuración profunda, él no tiene ninguna garantía de que mañana uno de sus competidores no vaya a producir una tecnología más perfecta, más revolucionaria, que requiera una reestructuración menos prolongada y una inversión más pequeña. El buscar esta garantía provoca la unión de capitales, la monopolización de las ramas de producción, y da al capitalismo un carácter monopolista.

    Y más tarde, en la cuarta etapa, el capitalismo llega a un punto muerto, justo antes de una era de inmensos cambios tecnológicos. Estos cambios futuros exigen una estrategia general, suprimiendo las barreras entre las ramas de producción, pero el capitalismo no tiene prevista esta reestructuración. El capitalismo no puede llevar a cabo una investigación tan complicada porque sería imposible guardar el secreto industrial sin el cual el monopolio desaparecería, produciéndose un desembolso inútil de dinero. Lo máximo que el capitalismo puede lograr es confiar tal investigación a una organización estatal o inter-estatal. (las más altas formas de unidad capitalista.) Pero el estado burgués, estando en condiciones de dirigir la investigación hacia problemas complicados, no tiene absolutamente ninguna intención de hacer esto en el terreno del aumento de la efectividad de la producción, porque de esto sólo podría surgir la intensificación de contradicciones sociales. En este punto, dicho sea de paso, se origina la crisis tecnológica, es decir el lado tecnológico de la crisis general del capitalismo.

    ¿Qué puede extraerse de la historia del capitalismo?

    El capitalismo surge en una sociedad dónde ya existe una idea altamente desarrollada de la propiedad, y dónde la propiedad ya aparece como la más importante afirmación del individuo en la sociedad, completando al mismo tiempo el desarrollo de la idea de la propiedad privada en la conciencia social, llevándola al límite.

    Como corresponde a su propia naturaleza, el capitalismo persigue sólo un objetivo, la acumulación, la extensión de la propiedad privada. Pero la propiedad privada interesa a la burguesía de una manera absolutamente definida, en forma de capital. Sólo la propiedad privada de los medios de producción da la posibilidad de apropiarse de un valor recientemente creado en forma de excedente de producción, que es lo que asegura la acumulación.

    La continua expansión acompaña el crecimiento del capital, conduciendo al aumento de la competitividad, y a la agudización de la lucha tanto en el mercado de los productos como en el mercado de la fuerza de trabajo. La lucha por el monopolio de la propiedad de técnicas de producción altamente productivas acelera el progreso técnico; con el tiempo, la destrucción de estos monopolios temporales en el curso de la competición, hace que los resultados de esta adquisición técnica sean accesibles al conjunto de la sociedad.

    Pero las posibilidades de expansión son limitadas. Su desarrollo ulterior requiere cada vez mayores concentraciones de capital. El capitalismo se vuelve monopolista, y se burla de la lucha competitiva. La consecuencia es que los éxitos del progreso tecnológico ya no se pueden desvelar a toda la sociedad porque están protegidos por la monopolización de las ramas de producción. En las condiciones de un capitalismo monopolista, el progreso técnico pierde su decisiva importancia, dado que la burguesía tiene la posibilidad de mantener sus ganancias por otros medios. Así, la burguesía deja de jugar un papel avanzado en el desarrollo social.

    No es difícil ver que el ritmo del desarrollo en la sociedad capitalista esta dictado por los intereses de la burguesía. Ni es difícil de entender que la posibilidad del control burgués del desarrollo de sus propios intereses radica en la propiedad de los medios de producción, en la propiedad privada.

    ¿Pero cómo, a través de qué caminos, la burguesía realiza sus posibilidades?

    Los conocimientos abstractos de la humanidad van pararalelos al desarrollo de sus habilidades constructivas. De vez en cuando se enriquece por la práctica de descubrimientos completamente nuevos. Pero la burguesía no solo ha atraído, organizado y multiplicado el ejército de los intelectuales, sino que también lo ha puesto al servicio del capital. La burguesía apremia a la intelectualidad para que se preocupe por la organización y la mejora de la producción, atrayéndola hacia la investigación científica aplicada. Este factor es el origen de muchos de los éxitos del capitalismo, y por esto es necesario aclarar sus causas de fondo, la esencia fundamental del capitalismo.

    Los primeros pasos del capitalismo están firmemente vinculados a la división del trabajo. Hablando de esto, simplemente nos referimos a la división del proceso de producción en operaciones individuales, y estos métodos nuevos permiten el uso de mano de obra menos cualificada, y además esta reducción del tiempo requerido para la adquisición de habilidades esenciales supone una ventaja decisiva para el capitalista ya que este es un aspecto esencial que no se ve. Y este aspecto esencial consiste en la combinación de funcionamientos individuales en un solo proceso de producción que fue separada del resto del proceso de trabajo; de esta manera fue posible dividir estas funciones entre categorías individuales de obreros, romper el eslabón entre ellos y enfrentar a los organizadores de la producción con los productores inmediatos. El resultado de esto fue la sobrecarga de trabajo para unos, mientras que los otros fueron liberados para ocuparse solamente de mejorar la productividad. La clave consiste simplemente en esta separación, aunque históricamente no fue la primera división de una naturaleza similar. Su particular carácter había obligado a la humanidad a adquirir un nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en las diferentes épocas históricas.

    La corporación entre los artesanos y su agrupación en los talleres estimuló la intensificación del trabajo, pero no ayudó a la difusión de métodos avanzados de trabajo, incluso dentro de los límites del taller. Al contrario, cada miembro del taller tenía interés en conservar sus secretos. Esto detuvo el desarrollo de la producción; para el desarrollo ulterior se necesitaron nuevos estímulos que se crearon con la división del trabajo.

    La separación de los organizadores de la producción distinguiéndolos como una categoría particular de obreros, acompañó y fortaleció la formación de los sistemas para la distribución de bienes, y estimuló sus actividades en aras a incrementar la productividad del trabajo en la producción inmediata.

    El maestro del taller, anteriormente productor inmediato, se hizo responsable de la producción y ya no tomó parte en ella; pero seguía interesado en que todos los productores subordinados a él dominasen mejor los métodos más productivos de trabajo, de manera que fuera mayor el valor de su trabajo expresado en el producto final.

    Así el maestro continuó también interesado en conservar sus conocimientos sobre la organización, los secretos de la producción y el crecimiento de un círculo cada vez más amplio de productores subordinados a él. El conocimiento de este monopolio amenazó con reducir el valor del producto resultante. Pero primero él debía enseñar sus conocimientos a los productores. Y segundo, el maestro se encontró en una situación completamente diferente a la de los demás.

    El maestro-dueño, el maestro-capitalista, al poseer los medios de producción, se esforzó abiertamente por vender su producto al más alto precio; a un precio que incluye no sólo el trabajo esencial realizado por los productores, sino también un superbeneficio que se origina de su monopolio del conocimiento organizativo y técnico.

    El maestro contratado, el maestro que organiza la producción que pertenece a otro dueño, también se esforzó por aumentar al máximo el beneficio obtenido de su monopolio de conocimientos. Por otro lado, el dueño se esforzó por aumentar al máximo su parte de ganancias y en sus relaciones con el maestro contratado se guió claramente por ese criterio. Por consiguiente, para el maestro contratado, su porción de bienes se definió dependiendo de la magnitud de los superbeneficios recibidos por el dueño; el capitalista sólo estimuló el interés del maestro por el aumento de los superbeneficios que son apropiados por el capitalista.

    El maestro-capitalista y el maestro-contratado se han separado de forma drástica. El capitalista no necesitó por más tiempo poseer un monopolio de conocimiento propio, sino que compró este conocimiento, pagándolo con una parte del superbeneficio obtenido. Apropiándose del excedente de producción y de una parte del superbeneficio, el capitalista garantizó su existencia en el mundo de la lucha competitiva.

    El maestro contratado fue obligado a vender sus conocimientos al capitalista, sus capacidades y su potencial creativo bajo las condiciones de la lucha competitiva dónde las medidas y criterios aplicados no servían a sus intereses, sino siempre a los superbeneficios del capitalista.

    El capitalista estaba dispuesto a pagar por cualquier conocimiento, invención, descubrimiento, método eficaz de preparación de las materias primas, técnica de marketing, métodos de organización o tecnología de la producción, por cualquier género ideal, y portanto tiempo como le proporcionaran superbeneficios. Todo esto ayudó a la formación de una capa particular de la sociedad, la intelectualidad, cuya función específica consistió en desarrollar continuamente el conocimiento organizativo de los capitalistas.

    El aumento en la productividad del trabajo era y sigue siendo el método fundamental para la creación de superbeneficios. Sería un error suponer que incrementando la productividad se incrementa la ganancia inmediata del capitalista, permitiéndole apropiarse de la mayor parte del excedente de producción. De hecho, tal redistribución sólo es posible porque el producto resultante, basándose en su valor, excede a la cantidad de trabajo realmente materializada en él; pero esto se incrementa porque dicho capitalista tiene una ventaja precisa en los métodos de trabajo, es decir posee un monopolio concreto de estos métodos. La ruptura de este monopolio conduce a la pérdida de valor del producto resultante y a la disminución de los superbeneficios del capitalista, aunque él por supuesto continua recibiendo beneficios.

    Esto es importante de recordar para entender que el trabajo de la intelectualidad -el trabajo ideal, creativo- no crea ganancia ni la incrementa. Toda ganancia se crea exclusivamente por el trabajo de los obreros. Sin embargo, la intelectualidad proporciona claramente un aumento de la efectividad de la producción en un sentido bien determinado, es decir el incremento "in natura" (real) del producto resultante. En la burguesía este hecho no proporciona satisfacción, sino que preocupa, ya que amenaza con provocar una crisis de superproducción. Pero el burgués no quiere quedar fuera de la carrera por el máximo beneficio, o para lograr superbeneficios añadidos y, por consiguiente, no puede oponerse a este proceso.

    Así, estimulando por etapas la productividad a través de su intensificación, (pagando por la mano de obra) y elevando la productividad del trabajo a través de mejorar la organización, (pagando por el trabajo creativo de la intelectualidad) el capitalista emprende la lucha por conseguir el máximo beneficio, que está compuesto por la plusvalía y los superbeneficios originados por la actividad de la intelectualidad.

    La burguesía no crea nada con sus propias manos, logra sus objetivos ordenando las actividades de otros. Es el trabajo del proletariado el que crea el capital para la burguesía. Los organizadores de la producción se ocupan de aumentar al más alto nivel la parte de trabajo apropiado por la burguesía. La intelectualidad creativa produce invenciones para que la burguesía pueda extraer sus superbeneficios. Y todo esto porque la burguesía tiene en sus manos una obligación social, la distribución del trabajo y de los bienes materiales.

    No, la burguesía no es omnipotente en esta cuestión, sus posibilidades están limitadas por las leyes objetivas de la sociedad capitalista. Pero el capitalista conoce estas leyes claramente y no pierde ninguna oportunidad para aprovecharse de ellas.

    A través de la subasta competitiva en el mercado de la mano de obra, el capitalista obtiene la fuerza de trabajo, pero solo la fuerza de trabajo de la que, según la calificación, edad, y otras capacidades pueda extraer la mayor cantidad de productoexcedente, bajo las condiciones de la competencia.

    El capitalista sólo contrata a organizadores de la producción, en número necesario, para que ellos se preocupen por incrementar la productividad del trabajo y así aumentar al máximo sus superbeneficios. El capitalista también contrata a juristas, especialistas en asuntos comerciales y otros empleados para que se preocupen por sus superbeneficios, pero éstos ya están fuera de la esfera de la producción.

    El capitalista financia la investigación científica y la creatividad técnica, pero sólo como un adelanto de los superbeneficios que le proporcionarán la propiedad del monopolio de nuevos logros y el nuevo conocimiento.

    Así el capitalista efectúa la distribución cuantitativa de los beneficios en forma de salarios.

    El capitalista participa en el aumento de los beneficios producidos para toda la sociedad, eligiendo la dirección del desarrollo de la producción, su orientación hacia la creación de ciertas mercancías concretas, (y esto lo hace siempre el capitalista), confiando en el análisis de las condiciones del mercado y de las previsiones de la producción realizadas por los especialistas contratados. En cuanto el capitalista coge un vacío en el mercado existente, necesariamente debe tener en cuenta la demanda social y debe intentar satisfacerla.

    Y cuando al final, el capitalista ha dirigido la distribución de bienes, resulta que la distribución del trabajo también ha sido decidida ya. Se decidió cuántos y qué especialistas necesitaba el capitalista, qué puestos de trabajo tendrían los obreros y en que se empleaba a la intelectualidad. El capitalista de ninguna manera piensa separar estas cuestiones: aquéllos que traen las ganancias reciben los bienes. En cuanto al resto, el capitalista no tiene problemas, porque mientras cada uno se esfuerza por aumentar la cantidad de bienes para sí mismo, proporciona un aumento en las ganancias para el capitalista y hay una coincidencia de intereses.

    Desde luego existen contradicciones de clase en el mundo; cuando el proletariado se organiza mejor para la lucha, el capitalista no puede resolver sus problemas de una manera unilateral, sin el apoyo de otras fuerzas. Para manejar la sociedad según los intereses de la propiedad privada, la burguesía debe dirigir el movimiento social simplemente por aquellos cauces dónde puede poner sus presas y diques. Este cauce es el de la propiedad privada, y en la orilla están sus bancos con toda la suma de las relaciones sociales del mundo capitalista, y en primer lugar, el poder de sus organizaciones, moldeando y apoyando esas relaciones. La mayor de estas organizaciones es el estado burgués con sus numerosos medios de control sobre la sociedad.

    El poder estatal, en la mayoría de los países capitalistas, se basa en principios muy democráticos. Esto no le impide sin embargo, seguir siendo la dictadura de la burguesía. El derecho de voto apenas asusta a la burguesía, incluso en condiciones dónde el proletariado industrial constituye una parte grande de la población. ¿Por qué a un puñado de capitalistas le es completamente indiferente el desenlace de la lucha por el poder?

    Porque, en la lucha por el poder, prevalece la fuerza, no la cantidad. Y la fórmula para la fuerza en la sociedad tiene una forma simple: cantidad más organización. Uniéndose en partidos políticos, comprando prácticamente toda la parte intelectualmente desarrollada de la sociedad, disponiendo del poder de organización de los medios de comunicación de masas, financiando diversos grupos y campañas determinadas, la burguesía no sólo moldea la opinión social hasta conseguir su apoyo, sino que reprime, ahoga y atenúa en un estruendo general todaslas voces de las ideologías que se atreven a contradecirla. Las capacidades de organización de la riqueza, del dinero y de la propiedad, es lo que ayuda a la burguesía, no sólo en la reproducción del capital, sino también en la remodelación ideológica de la sociedad.

    A través de su avaricia natural, la burguesía se equivoca -y en el futuro continuará haciéndolo-, en esos momentos en que la organización del proletariado y en general de las fuerzas de la izquierda alcanza niveles peligrosos para ella, como fue el caso, por ejemplo, de Chile en 1970. Pero aun así no todo está perdido para ella. Si bajo condiciones "democráticas" normales, la burguesía prefiere tratar con el proletariado, gastando una mínima parte de sus beneficios en necesidades de organización, el peligro de perder su propiedad privada la empuja a gastar más. Entonces, sin escatimar recursos, la burguesía invertirá su dinero en la creación de un régimen fascista. El fascismo es la otra cara de la democracia burguesa. También es una dictadura, pero sin adornos. Bajo condiciones "normales" la burguesía prefiere dirigir la lucha contra el proletariado por medios democráticos, obstaculizando la posibilidad de organización del proletariado, con una amplia presión ideológica que provoca el caos en cualquier movimiento de trabajadores y financiando suficientes fuerzas burguesas para llevar a cabo las actividades de oposición al proletariado. Con el fascismo, tales ventajas organizativas aseguran a la burguesía la destrucción masiva de las organizaciones obreras y la liquidación directa de centros organizativos proletarios a través de detenciones y ejecuciones. Para la burguesía ésta es una pérdida excesiva, ya que trae complicaciones en la economía, pero saben que éstas son dificultades pasajeras. Destruidos, dañados y habiendo perdido a sus mejores lideres y sus contactos, las organizaciones obreras por largo tiempo deshacen sus filas y se retiran de la arena politica. Y entonces el fascismo se vuelve innecesario, la burguesía lo mantiene callado, habiendo restablecido su ventaja organizativa sobre las descoordinadas fuerzas proletarias dentro del marco de la más particular "democracia" burguesa. Los burgueses maldicen, por largo tiempo la vileza del terror fascista, retratándolo como una mancha negra y aislada, en la historia democrática pura de la sociedad capitalista.

    Así es cómo la burguesía arregla sus problemas organizativos. En comparación con esto, la reglamentación de las relaciones personales es una cuestión fútil. Aquí sólo hay un requisito necesario, a saber, que ese estado burgués afirma la inviolabilidad de la propiedad privada, utilizando como arma toda su legislación y sus tribunales. Por supuesto que en cada caso concreto cada capitalista concreto intenta también coger lo que la ley no le concede. Cada burgués sabe de memoria lo que es la justicia, algo muy bueno, una cosa hecha para los fuertes. Y, claro, todo esto da lugar al crecimiento de un inmenso sistema de corrupción y a la formación de la fracción de la gran burguesía contra el resto de la sociedad. Pero éstos son detalles particulares de la existencia del capitalismo.

    Así, en la sociedad capitalista, el interés de la burguesía por la propiedad privada queda establecido como la base organizativa mas importante. El proceso de realización de estos intereses, y la suma de las actividades emprendidas por la burguesía para su satisfacción, aparecen simultáneamente como la aplicación de una gama de funciones sociales sin las cuales, a la actividad colectiva de los miembros de la sociedad les faltaría lo esencial para la existencia de esa sociedad.

    ¿Es capaz la burguesía de cumplir todas estas funciones? No y no. Realmente, donde le resulte posible, la burguesía atrae a la intelectualidad. Los puestos principales en la sociedad capitalista se entregan a la intelectualidad. Los funcionarios del estado de más alto nivel vienen de la intelectualidad. Los líderes técnicos y comerciales a todos los niveles vienen de la intelectualidad. También, en la intelectualidad recae el trabajo ideológico. El potencial creativo de la intelectualidad es explotado por el mundo capitalista con toda su fuerza.

    Esta situación de la intelectualidad, junto con la creciente despersonalización del capital, bajo las uniones de compañías accionarias y otras formas de cooperación capitalista, permite a muchos ideólogos burgueses hablar sobre la retirada del capitalismo de las posiciones claves y sobre el traspaso del poder a manos de la intelectualidad formada según la interacción de las leyes técnico-comerciales del sistema y transmisora de la política económica, supuestamente independiente de los capitalistas y no dirigida por ellos. Esto es mentira, porque los capitalistasnunca y a nadie ceden el control sobre la distribución de bienes, porque cuando conceden a la intelectualidad el derecho a dirigir, la burguesía se guarda para si misma el derecho a decidir la dirección a seguir. Porque los capitalistas están dispuestos a pagar por las actividades de cualquier administrador, político o ingeniero y por la actividad de cualquier sistema, mientras estos cumplan meticulosamente con su obligación principal para con los capitalistas: obtener la máxima ganancia.

    Aunque la posición de la intelectualidad en la sociedad burguesa parece muy importante y la burguesía le permite actuar a sus anchas, no le permite ir más allá de los limites de lo que es beneficioso para la burguesía.

    Por todo ello la intelectualidad juega un papel esencial en la sociedad burguesa. La manera individualista de ver el mundo, su firme inserción en la sociedad burguesa, la accesibilidadde la intelectualidad a todos los puestos, la creencia de ocupar un puesto clave en la estructura social, juntamente con la experiencia práctica de la intelectualidad para resolver los pequeños y grandes problemas basándose en el cálculo y el acuerdo razonado, dan lugar a la convicción específica de la intelectualidad de creer en la posibilidad de estabilizar la sociedad y fortalecer susorígenes racionales. En realidad cada intelectual tiene su modelo perfecto para reestructurar la sociedad que consiste en apartar estos obstáculos que él encuentra en sus relaciones con la sociedad, la sinrazón de la existencia de los cuales le parece evidente. Permaneciendo fuera del ardor del conflicto de clases, sin tomar parte en el análisis de las fuerzas e intereses de clase, la intelectualidad resulta que no esta en condiciones, y tampoco se esfuerza por entender que todo lo que ella toma por obstáculos es en realidad un reflejo de todas las reales e inevitables contradicciones de clase, y que ésos "obstáculos" le dan el conocimiento real de la fuerza del capitalista al defender sus propios intereses.

    Semejante atmósfera espiritual da lugar entre la intelectualidad a una multitud de teorías "racionales" sobre la organización de la sociedad que, de hecho, son completamente idealistas e infundadas. Todas estas teorías bailan a son de la burguesía, porque distraen parte del pensamiento de la humanidad de su participación en la lucha de clases, y camuflan el origen verdadero de la contradicción social. Pero lo más grave es que la aparente posibilidad de realización de estructuras sociales utópicas fomenta en la intelectualidad un definitivo punto de vista de casta. Esto le lleva a pensar en sí misma como en una clase capaz de tomar toda la responsabilidad del destino de la sociedad. Este engaño de masas, creciendo en la tierra fecunda del hipertrofiado amor narcisista, característica propia de la intelectualidad, oculta su papel secundario de servicio en la sociedad. La burguesía apoya complacida estos maniáticos prejuicios de la intelectualidad que, en su confusión, sirve fielmente a la burguesía; y cuando la intelectualidad llega a ver más claramente, tomando consciencia del carácter obligatorio de su servicio, entonces es capaz de coger la opción revolucionaria y servir al proletariado.

    La verdad es que en la sociedad capitalista, la existencia misma de la intelectualidad viene dada por las demandas de la burguesía y sólo es posible esa existencia bajo su vigilancia, no de forma antinatural, sino ayudando al fortaleciendo de la mentalidad de casta de la intelectualidad. Estas mismas actividades del capital, tomadas por la intelectualidad como obstáculos molestos, proporcionan un ciertoequilibrio en la sociedad capitalista, en sus objetivos y unanimidad; esos obstáculos impiden a la intelectualidad comprobar la falta de fundamento, la irrealidad de sus teorías y así apoyan la creencia de la intelectualidad de que la paz y el orden existen exclusivamente gracias a sus propios esfuerzos.

    Dos consecuencias de esta situación chocan directamente con los intereses del proletariado. Primero, el concepto de casta social que envuelve a la intelectualidad la hace encerrarse en sí misma y alejarse del proletariado, y esto es perjudicial para el desarrollo del mundo ideológico del proletariado y debilita el trabajo organizativo sin el cual el proletariado no puede prepararse para la lucha decisiva de clases. En segundo lugar, después de la victoria del proletariado, aunque necesite, y mucho, el potencial creativo de la intelectualidad, no puede confiar en ella: el esfuerzo de poner en práctica sus propias y numerosas teorías inevitablemente lleva a la intelectualidad hacia una única combinación no conflictiva, es decir a la resurrección de las relaciones capitalistas.

    Entonces, no solo para conquistar el poder, sino para no perderlo nuevamente después de la victoria, el proletariado está obligado a conocer todos estos secretos de la sociedad capitalista y todas las fuerzas sociales que actúan en ella. El proletariado tiene ante si la tarea de aceptar esta herencia, transformándola y dirigiéndola hacia la construcción de la nueva sociedad.

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